Por lo que más quieras: no mendigues otra vuelta,
que los milagros no nos tienen muchas ganas.
Y no me expliques nada, no me extrañes por la espalda, la propina la dejo yo.
Me dijiste “siempre estoy de paso, pero puedo hacer una excepción…”
Y yo crucé los dedos, antes de cruzar tus besos
y desabrocharme el corazón.
Pero piden pista los rencores y asoma el hocico la piedad.
Va a haber que hacer el bolso, lagrimear, seguir el corso,
y después vestirnos de olvidar.
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