10 feb 2009
Las 50 contradicciones femeninas
- Gritar furiosa y llorar desconsoladamente durante la misma discusión.
- Conquistar a un mujeriego para transformarlo en un hombre de familia.
- Dejar a ese reluciente hombre de familia para conquistar a otro mujeriego.
- En una cita, insistir en pagar la mitad de la cena y no volver a salir con él si acepta la oferta.
- En invierno, salir con un polo diminuto y una minifalda y terminar envuelta en un sweater enorme y prestado que dice 'Viaje de egresados 1998'.
- Repetir incansablemente que sólo necesita amor, comprensión y estabilidad, y sentir repulsión por un hombre bueno y simple que le manifiesta frontalmente su devoción.
- Comprar modernas prendas holgadas y llenas de cachivaches que sólo otra mujer puede apreciar.
- Ponerse a dieta terminal para ir a un casamiento y comer como una piraña fuera de control durante toda la fiesta.
- Seguir pretendiendo que los hombres puedan ver lo enojada o triste que está, sin haberles contado nada.
- Guardar rencor y bronca durante meses y estallar porque se derramó la sal.
- Analizar su vida amorosa desglosando cada frase y cada actitud de su pareja con sus amigas, pero cortar una relación si la tarotista asegura que no es el indicado.
- Enamorarse de un hombre casado porque es incapaz de traicionar a su mujer.
- Despotricar cuando un hombre pesado e insistente la corteja, y perder la cordura cuando por fin deja de hacerlo.
- Catalogar a una amiga sexualmente hiperactiva como 'una perdida' y a una más selectiva, de perdedora o lesbiana encubierta.
- Comprar un polo de verano en noviembre, sabiendo que en enero va a estar a mitad de precio.
- Dejar a un hombre porque ya no le gusta y que vuelva a gustarle cuando él encuentra a otra.
- Ponerse ropa nueva para una cita, sabiendo que un viejo vestido negro le queda mucho mejor.
- Hacerse la permanente si su pelo es lacio, plancharlo si está enrulado o teñirlo de rubio si es oscuro.
- Insistir y esperar cuando la relación está acabada hace tiempo.
- Morir de amor por un hombre que cría solo a sus hijos y sentir pena por una mujer que hace lo mismo.
- Decir que las modelos 'son demasiado flacas' mientras se tambalea por el cuarto día de ayuno.
- Declarar durante todo el año que celebrar el aniversario es una estupidez, y enojarse con su pareja cuando la fecha llega y él se olvida.
- Seducir a un hombre sabiendo con seguridad que jamás va a dejar que le toque un pelo.
- Negarse a dejar los dulces para bajar el colesterol, pero hacer la dieta del arroz para usar un vestido.
- Creer en el horóscopo en las semanas que anuncia cosas buenas.
- Ir a una fiesta usando tacos aguja, y tirar los zapatos debajo de la mesa luego de quince minutos, para poder bailar.
- Hablar de dieta con una torta en la mano y hablar de tortas cuando está a dieta.
- Quejarse de que la depilación es un hábito primitivo y gritar de asco cuando su marido dice que deje de hacerlo.
- Tomar sol al mediodía untada en aceite de cocina y comprar crema antiarrugas y gel para contorno de ojos.
- Declamar una y otra vez lo fuerte e independiente que es, y simular debilidad e indefensión cuando necesita de un hombre.
- Decir que no quiere nada para Navidad y secretamente esperar el regalo sorpresa.
- Remover esos aros divinos de sus inmensas orejas alérgicas, esperar dos o tres días y volver a usarlos.
- Decir que 'lo importante es lo de adentro' cuando tiene un novio feo, y alegar que 'la piel lo es todo' cuando consigue uno lindo.
- Creerle al mismo hombre cuando había jurado no volver a hacerlo.
- Perseguir a su pareja para que colabore en la cocina, pero echarlo por inepto en cuanto empieza a ayudar.
- Espiar y acechar a las compañeras de oficina más vagas e ineptas, para amargarse y sufrir.
- Probarse ropa durante toda una tarde y salir con el primer conjunto que eligió.
- Arrancarse los pelos de piernas, axilas y cavado con cera caliente o una máquina eléctrica, y llorar cuando se le quiebra una uña.
- Abandonar a su novio porque es celoso y sentirse fea y desamparada cuando no la celan.
- Ser capaz de dirigir una empresa de doscientos empleados, un país de treinta millones de habitantes o una familia de doce miembros, pero llamar a su mamá cuando le duele la muela.
- Dejar la ropa más nueva y linda para salir, cuando en realidad pasa cuarenta y ocho horas semanales en la oficina y tres o cuatro en una salida.
- Pellizcar bebés ajenos, pensar hasta el cansancio los nombres de sus futuros hijos, emocionarse con los embarazos de sus amigas y llorar desconsoladamente el primer día de atraso.
- Ir a una fiesta o reunión, sabiendo que allí está el hombre que le rompió el corazón.
- Preguntar si está gorda, para que le digan que está flaca.
- Mirar comedias románticas y melodramas al día siguiente de cortar con el amor de su vida.
- Censurar a las amas de casa porque no tienen una carrera, y a las que tienen una carrera porque la empleada doméstica cuida de sus hijos.
- Sentir discriminación si eligen a un hombre.
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