Iba a tener que estar muy atento cuando vayan por la N, porque me dijiste que tal vez no ibas. Pero estabas y fuiste un imán. Descubrí que ya te reconozco desde lejos y de espalda. Después todo fue como siempre y aunque digas que no, sí.
No me di cuenta en ese momento, pero una vez escribí una carta abierta a la incertidumbre en la que un tal Gómez (ahora sé porque lleva acento) tiene noches de baile con la chica mas linda del colegio. Y la claridad de los ojos de ese hombre me emocionó.
Uno se da cuenta de lejos que tiene mucha calle y también mucha letra linda. ¡Cómo le envidié la letra! Estuve buscando setenta balcones y ninguna flor, como estuve buscando comprobar si tenías razón sobre mis dedos.
Es lindo, pero no de mis preferidos. Yo sí quería escuchar la canción de la portuguesa con voz de hombre. Y hora te creo que él nunca está donde está. Mas tarde llovió y fue como otro castigo de Dios. No, castigo no.
Fue ironía: en medio de tanta tormenta es un desperdicio dormir solo. Vos te fuiste a la psicóloga y estoy seguro que le hablaste de mí. Mientras te imaginaba corriendo en la tormenta hice dos pulseritas. Y volví a preguntarme qué forma tendrá el amor.
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